El inmortal
David Concepción. La inmortalidad negada a un hombre eterno
Original de Paúl Salazar Rivas.
Escrita en 2008
Presentación
Independientemente que los logros de deportistas venezolanos en el mundo en disciplinas no tan tradicionales para nosotros son cada vez más frecuentes, es indudable que el béisbol sigue siendo nuestro deporte nacional, el que despierta más pasiones, el que más ídolos ha dado, con hazañas que el venezolano hace suyas: Guantes de oro, campeonatos de bateo, bates de plata, más valiosos en series de play off, series mundiales, premios Cy Young, y muy pronto tendremos un Más Valioso, todo indica que será así. Pero el sueño máximo de un pelotero es llegar al Salón de la Fama, de Cooperstown, el templo de los inmortales. Muy pocos latinos lo han logrado, entre ellos un solo venezolano, Luis Aparicio. Las proyecciones dicen que Omar Vizquel podrá entrar en un futuro cercano, y que Miguel Cabrera -de seguir como va- tendrá ciertas oportunidades. No es fácil entrar al salón de la fama, grandes estrella han quedado en el camino. En esa lucha hay un caso muy particular, el de un venezolano que luego de estar 19 años jugando en Grandes Ligas, y cinco tras su retiro para ser elegible, pasó 15 años votación tras votación esperando ser exaltado y nada. Para muchos una injusticia ¿Cómo negarle la inmortalidad a un hombre eterno?
“Mis números están ahí” (Comentario necesario):
Esto es una obra de teatro. Pero no es una pieza exclusivamente sobre béisbol, el béisbol es una excusa para hablar sobre la vida y la muerte. Ahora, con respeto… creemos necesario exponer y contextualizar lo siguiente. El 6 de abril de 1970 debutó en la ciudad de Cincinnati quien para la fecha era el venezolano Nº 18 (hay publicaciones que dicen que fue el Nº 17) que jugaba en Las Grandes Ligas. Muchas cosas han pasado desde entonces. Para cuando se termina de escribir esta introducción ya han desfilado más de 241 venezolanos por la Gran Carpa. Los novatos de hoy en día son más seguros y no hay tanto protocolo y distanciamiento entre ellos y las estrellas consagradas con las que se toparan en el clubhouse. Pero en ese abril de 1970, el flaco y deslumbrado novato caminaba en el clubhouse de Los Rojos de Cincinnati -cuyo piso era de madera- con mucho cuidado, de puntillas, no se atrevía hacer mucho ruido. Sus muy eventuales conversaciones se realizaban gracias a la traducción que hacia el jugador cubano Tany Pérez, pues el joven no dominaba con fluidez el inglés. No podía tocar el bate de Pete Rose sin pedir previamente permiso. Hoy, es amigo de Tany, Rose, Bench, Morgan, Foster, Sparky, etc, y pieza fundamental de esa llamada, Gran Maquinaria Roja. Ese día llovió mucho. Interrumpieron el juego varias veces y en uno de esos recesos le sacaron una foto leyendo una historieta de “Tom y Jerry” en español que se había traído de Venezuela. Esa fue su primera foto de importancia en los periódicos de Cincinnati. El primer pitcher que enfrentó ese día –y por ende en su carrera de Grandes Ligas- fue Joe Sparma, y lo ponchó dos veces. Pero había algo realmente curioso, el novato venezolano tenía en su espalda el Nº 13, algo poco visto para la fecha. Hoy, son muchos los que lo usan, y algunos lo hacen en su honor. El joven escogió el 13 pues su mamá había nacido en 1913. Igualmente tuvo que pedir permiso ya que los norteamericanos son muy supersticiosos con ese número. Se lo permitieron, seguramente, si no lo hubiesen hecho hoy lo conoceríamos con otro número. Pero para colmo su apellido era muy largo, casi no cabía en su espalda de hombre flaco. Hablamos de David Concepción.
El Hall de la fama:
Para ser exaltado al Salón de la Fama en Cooperstown un jugador tiene que tener 5 años de retirado o fallecido, y a partir de ahí puede ser elegible. Para ser exaltado debes sacar más del 75 % de los votos de los periodistas que conforman la Asociación de Escritores de Béisbol. Pero es más complicado todavía, si en un año, algún elegible saca menos del 5 % de los votos su nombre será borrado de las papeletas. Muchísimas figuras se han quedado en el camino. Sólo se puede estar 15 años como elegible. Este es el caso exacto de David Concepción. Sus números son superiores a los de varios short stop que hoy están en Cooperstown ¿Cómo se explica esto? Muchos dicen que los números de Concepción no son para un Hall de la fama, otros creen que no realizó campañas promociónales para que lo recordaran y así mantenerse vigente, pues Concepción se retiró en 1988. Que no daba muchas entrevistas. En fin. Pensamos que David habló con su guante y bate durante 19 años. Mis números están ahí ha repetido muchas veces el ex-pelotero. Su destino ahora está en manos de algo que se llama Comité de Veteranos, ellos podrán reunirse dentro de algunos años y enmendar para lo que nosotros es -fuera de fanatismo justificado- un error. Concepción no sólo fue un pelotero genial. Ha sido un venezolano ejemplar.
¿Por qué David Concepción?:
Concepción es uno de los mejores jugadores venezolanos que han pasado por las Grandes Ligas. El único criollo que ha jugado 19 años para el mismo equipo en las mayores, y 23 temporadas en una misma novena en el béisbol de Venezuela, y hasta que, Omar Vizquel, logró jugar en el 2008 su vigésima temporada, David Concepción y Andrés Galarraga eran los criollos con más temporadas en la gran carpa con 19 campañas (Ya Vizquel llegó a 24 temporadas consecutivas en 2012). Ésta obra no es una biografía sobre quien se conoce de cariño, respeto y sin ínfulas monárquicas como: El Rey David. Tampoco es una pieza dirigida exclusivamente para los amantes del béisbol. Trata sobre la injusta, no exaltación de Concepción al salón de la fama en Cooperstown, templo de los inmortales del béisbol ¿Qué dejaremos en este mundo al morir? ¿Qué aportaremos? ¿Hay que aportar algo? ¿Qué es la inmortalidad? David jugó en Grandes Ligas desde 1970 hasta 1988, siempre para Los Rojos de Cincinnati. Siempre jugó en Venezuela. Ya retirado, se quedó e invirtió en su país, sus hijos nacieron y viven aquí, no cambió su nacionalidad y siempre se ha mantenido alejado de los escándalos, ha ayudado al béisbol menor y ha asumido con discreción eso que llaman ser una leyenda. ¿El bajo perfil es un grave pecado en una sociedad de ídolos del momento y egos sensibles?
Sinopsis
Pero como de teatro se trata usamos la vida de un fanático de Concepción –Antonio Romero– que ha estado signada por la muerte. Es viudo y sus padres murieron siendo él un niño. Antonio mismo está sentenciado a una muerte prematura por una enfermedad. Solo que éste, un buen día se declara inmortal hasta ver que su hija quede emocionalmente estable para enfrentar las vicisitudes de la vida. Claro, también desea ver a Concepción exaltado a la inmortalidad, tener un nieto y recordar a su amada esposa. Y así pasa más de 15 años burlando a la muerte y esperando la exaltación a la inmortalidad de su ídolo, la cual nunca ocurre desde 1994 hasta el 2008, fechas en las que Concepción compareció año tras año ante los periodistas de béisbol norteamericanos, sin suerte. La obra escrita en clave de comedia es un canto a la vida por medio de la lucha contra la muerte.
Todos los personajes -excepto Concepción y Rose- son ficticios. Los acontecimientos y hazañas aquí citadas son reales, verificadas y documentadas. Muchos de los datos, fechas y frases textuales emitidas por David Concepción y Pete Rose son sacadas de las siguientes entrevistas y artículos -lo demás es puro respeto a David e imaginación-.
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